El 18 de febrero se celebra el Día Internacional del Síndrome de Asperger en conmemoración del nacimiento de Hans Asperger, psiquiatra austríaco que describió por primera vez el trastorno del espectro autista (TEA).
El cerebro de las personas con Asperger funciona de manera distinta, especialmente en el área de la comunicación, la adaptación y la interacción social, sin embargo, se ha observado que suelen ser talentosos en otras áreas específicas como la música, las matemáticas o el arte; su cociente intelectual es completamente normal y con los apoyos adecuados pueden trabajar en los aspectos que se les dificulta.
No hay evidencia científica de que los gatos puedan ser autistas, sin embargo, su comportamiento puede asemejarse al de los humanos dentro de este espectro; pues los mirringos también pueden tener dificultades para comunicarse o reacciones exageradas a ciertos estímulos. Si tu gato muestra un comportamiento inusual o persistente, te aconsejamos llevarlo al veterinario para descartar cualquier problema de salud subyacente.
- Maullar muy fuerte, sin razón aparente.
- Poca interacción social con los demás.
- Aislamiento y preferencia por la soledad.
- Poca o ninguna mirada a los ojos.
- No responder a su nombre
- Repetir movimientos o acciones como balancearse
- No comprender o seguir instrucciones.
- Dificultad para adaptarse a los cambios y rutinas.
- Responder a estímulos visuales, auditivos o táctiles de manera exagerada.
Sí, los gatos de terapia para personas con autismo son una realidad. Estudios han demostrado que los mirringos pueden proporcionar compañía, cariño, amor incondicional, seguridad y consuelo a las personas con autismo. También se ha demostrado que la compañía de un gato aporta beneficios en términos de estimulación sensorial, responsabilidad y habilidades sociales, además, ayuda a reducir el estrés y la ansiedad.
Un gato de terapia se comporta de manera calmada, neutral y relajada. Esto es porque se les entrena para ser compañeros tranquilos para que puedan proporcionar una sensación de calma y confort a la persona que está recibiendo la terapia. Estos mirringos pueden acostumbrarse a la presencia de los humanos, acurrucarse y descansar sobre sus piernas o a su lado. A menudo, los gatos de terapia están preparados para pasar tiempo con los pacientes y permiten que se les acaricie para ayudarlos a relajarse y mejorar su estado de ánimo.
Si estás considerando adoptar un gato para una persona con autismo, te recomendamos hablar primero con un especialista en autismo o con un profesional de la salud para discutir los pros y contras específicos de esta decisión.
Fuentes
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